El odio y la ira pueden provocar problemas de salud graves
En nuestras relaciones con lo demás pueden aparecer episodios conflictivos que necesitan ser gestionados de un modo adecuado para poder solucionarlos y cicatrizados, de lo contrario se pueden provocar heridas emocionales abiertas que a veces adoptan la forma de resentimiento, indignación crónica, odio… una emoción fuerte que nos atenaza y bloquea poniendo en serio riesgo nuestra salud y bienestar.
Por lo general ese odio y resentimiento surge al sentirnos profundamente heridos en nuestras interacciones con personas que son o fueron muy importantes para nosotros, generalmente familia, pareja o amigos. No solemos odiar a personas desconocidas o distantes, en este sentido no hay que confundir esta emoción con la homofobia, xenofobia, y a todo este tipo de comportamientos disfuncionales.
Estos episodios severos son vividos por la persona afectada como una herida que aunque pase el tiempo no logra cicatrizar y, por consiguiente, no puede resolver ese estado emocional negativo en el que se encuentra envuelta.
Esto se conoce como el síndrome de Amorfas. En la ópera de Richard Wagner Parsifal, uno de sus personajes llamado Amorfas es el caballero fiel y noble encargado de proteger a la reina mediante una lanza cedida por el rey. Los problemas empiezan con otro caballero de la orden, llamado Klinsor, el cual dominado por los celos y el ansia de sustituir a Amorfas lo logra herir de muerte mediante una lanza.
Amorfas ensangrentado y herido, no murió, pero no cesó de sangrar. Esta herida que no cicatriza representa el dolor humano, el dolor emocional ante un acontecimiento vivido como un acontecimiento extremo.
Por otra parte está la ira, que es también una de las emociones básicas que se desencadena cuando las cosas no suceden como queremos, no nos tratan como creemos que nos merecemos, o no se cumplen nuestras reglas o expectativas.
El divulgador científico Eduardo Punset, en su libro Universo de Emociones, menciona más de 60 formas en cómo experimentamos la ira.
Como ejemplo: aborrecimiento, acritud, agitación, agresividad, animadversión, antipatía, aversión, cabreo, celos, cólera, crueldad, desafecto, desamor, desapego, desconfianza, desdén, despecho, despiedad, desprecio, detestación, displicencia, encono, enemistad, enfado, enojo, envidia, escama, exasperación, execración, excitación, fastidio, frialdad, furia, furor, hostilidad, impaciencia, impotencia, indiferencia, indignación, insensibilidad, irritación, malhumor, manía, misoginia, odio, ojeriza, pelusa, rabia, racismo, recelo, rechazo, rencor, resentimiento, resquemor, sadismo, saña, sexismo, sospecha, tensión, vesania y violencia.
La ira y el odio son naturales, pero también son algunas de las emociones más tóxicas que podemos tener. Los sentimientos de rabia y odio se acumulan en la mente, el cuerpo y el alma, afectando los órganos del cuerpo y sus procesos naturales, generando aún más emociones negativas. Expresar enojo de manera razonable puede ser saludable, pero las personas explosivas que lanzan objetos y gritan a otros con frecuencia pueden tener un mayor riesgo de enfermedades cardiacas. Los episodios prolongados de ira pueden afectar al cuerpo en forma de presión arterial alta, estrés, ansiedad, dolores de cabeza y mala circulación. Existen evidencias científicas que muestran, que incluso un episodio de ira de cinco minutos es tan estresante que puede dañar al sistema inmune por más de seis horas. Todos estos problemas de salud pueden conducir a problemas más serios, como ataques cardíacos y apoplejías.
La ira y el odio se pueden dirigir hacia uno mismo o hacia otras personas, pero de cualquier forma debemos gestionarlos para que estas emociones no actúen en contra de nosotros mismos. Afortunadamente, hay algunas maneras de superar la ira y el odio en nuestra vida.
¿Cómo puedes superar la ira y el odio?
A continuación enumero una serie de recursos y herramientas muy útiles para resolver estos sentimientos, pero requiere entrenamiento incorporarlos a nuestro día a día teniéndolos en cuenta, y reconocer que podemos empezar a ejercitarlo desde este mismo instante para que su entrenamiento permita una respuesta automática.
- Reconoce tu enojo. En lugar de empujar tu ira hacia lo más recóndito de tu mente o negarte a admitir que está allí, ten en cuenta lo que estás sintiendo. Si puedes admitir que estás enojado, entonces puedes comenzar a enfrentar esas emociones y encontrar una solución al problema.
- Darse cuenta de por qué estás enojado o te sientes odioso. Mira profundamente dentro de ti y pregúntate por qué estás molesto. Muchas veces, la ira y el odio provienen de un lugar de miedo, inseguridad o auto defensa. Una vez que encuentres la raíz de su enojo, pregúntese si tu salud física y mental valen la pena. En este sentido el cuerpo acaba siendo el campo donde se libra las batallas de la mente.
- Retrocede un momento. En el fragor del episodio, puede ser difícil tomar decisiones racionales. Tómese un descanso, sal a caminar o practica meditación hasta que te hayas calmado un poco. Respira profundamente e intenta relajarte. Una vez que tu mente esté en calma, podrás controlar tus emociones de una manera más eficiente.
- Tratar el problema. La ira no resuelta puede afectar seriamente tu salud y felicidad. En lugar de ignorar el problema, intenta encontrar una solución al problema. Si la situación está fuera de tu control, intenta resolverla en tu cabeza cambiando tu forma de pensar. Es posible que no puedas cambiar a una persona o situación en particular, pero puedes cambiar la manera en que piensas sobre ellas.
- Habla con la gente sobre lo que tienes en mente. A veces, simplemente hablar con un amigo cercano, un familiar o incluso un especialista sobre algo que te hace enojar puede ayudar a aliviar los sentimientos negativos que tienes. Además, otras personas a menudo pueden ofrecer valiosos consejos que provienen de una perspectiva objetiva.
- Suelta patrones de pensamiento poco saludables. Si te encuentras siempre pensando lo peor sobre los demás o sobre ti mismo, trata de volver a entrenar tu mente para pensar de manera más positiva. Puedes dejar que los patrones de pensamiento negativos se vayan y comenzar a apreciar lo bueno en la vida, descubrirás que tienes menos de qué enfadarte, una mejor salud y una disposición más feliz.
- Intenta perdonar siempre que puedas. No digo que sea fácil, ni sencillo, ni siquiera justo, pero estoy profundamente convencido que desde el punto de vista de nuestra salud física y emocional es altamente rentable.
Todos experimentamos enojo y odio en algún momento de nuestras vidas. Es natural sentirse enojado por algo, siempre y cuando sepas cómo manejar tu ira para que no afecte negativamente tu salud y bienestar. Recuerda que la ira viene de adentro, y puede ser tan fácil eliminarla como reprimirla o aferrarse a ella. De hecho, a veces es más fácil simplemente dejar ir algo que continuar molesto. Si puede aprender a abordar tu rabia en su raíz y resolver tus sentimientos negativos sin arremeter contra ti mismo o contra los demás, ya estarás un paso más adelante en el camino hacia una salud y felicidad óptimas.